¿Qué la inspira a escribir?
Me inspira el día a día, lo cotidiano, el ser humano y todas nuestras imperfecciones. Me inspiran las dualidades y contradicciones; lo simple, coloquial y, trato que el uso del lenguaje en mi poesía sea consecuente con ello.
Estoy convencida que para escribir hay que leer, leer lo que sea, pero leer. Cada cual escoge las obras en las que quiera invertir su tiempo. A veces mis númenes llegan después de tres páginas, en la recreación de una escena a través de las líneas del autor. Muchas veces la inspiración aparece después de leer las noticias o alguna crónica o la reseña de una celebración, por ejemplo “Bloomsday”. ¡Oh, James Joyce!
¿Considera que la historia y el sentimiento hacia su patria, colombia, se refleja en lo que escribe o escribe sobre temas totalmente diferentes?
Amo profundamente a mi patria y siento que tengo una responsabilidad enorme, no sólo conmigo misma, sino con el nombre de mi país, porque yo soy Colombia.
Soy el producto de la generación de la transición de todo y para todo, a la que le tocó ver mucho, oír la historia de los abuelos y ser parte de un proceso que nos pesó sin merecerlo. Y le agradezco mucho a ese contexto histórico, porque gracias a él soy más resiliente, flexible y compasiva. Andrés Cepeda lo cuenta muy bien en su canción “Mi generación”.
Mi poesía habla de la naturaleza humana y lo que la constituye. Al desnudo (2016) es mi invitación a mirarnos al espejo, encuerados, tal cual y con todas las imperfecciones y, ser capaces de asumir que la desnudez requiere valentía. Mar de (L)una (2017) abarca tres temas: la tormenta, la cual hace alusión a la violencia, no sólo la de género, la física, sino la violencia social, histórica y la interna, esa que llevamos a diario; la noche, esa muerte física, espiritual y/o emocional que nos puede mostrar el fin o el principio, todo depende de nuestra postura; y por último la luz, ese llamado a la libertad, a encontrar la voz, las alas, la comodidad de nuestra propia piel. Estos son temas universales, pero también son temas paralelos a la realidad de nuestro país o del país del lector. Esa es mi intención.
¿Cómo describiría su oficio de escritora?
“Escritor”: ¡palabra enorme! Cuando pienso en ella tengo un marco de referencia que me abruma, no por la comparación sino porque en mi auto-conversación, algo ingenua, me digo “cuando sea grande…”.
Podría describir lo que pienso y lo que siento mientras escribo. Primero terrorífico mientras estas frente a una hoja en blanco y segundo, catártico, sanador, terapéutico y la a vez desgastador que tiene ir pariendo palabras. Pero es algo tan subjetivo. Ernest Hemingway describió el oficio de una forma perfecta: “No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina y sangrar”.
¿Cuáles son los temas que aborda en su obra?
Como lo mencione anteriormente, Al desnudo (2016) es mi invitación a mirarnos al espejo, encuerados, tal cual y con todas las imperfecciones y, ser capaces de asumir que la desnudez requiere valentía. Mar de (L)una (2017) me llevó a otras realidades, a la violencia en muchas de sus manifestaciones; a la muerte, un tema que me ronda como un pensamiento recurrente; y a la libertad.
Escribo de dos maneras: a diario, con disciplina y como una religión, así lo que aparezca sea “nada” y, a diario, con disciplina y como una religión, así lo que aparezca tenga “forma de palabra” y a veces termine por desconcertar mi anticipación. El tema me elige deliberadamente y siempre es consecuente con mi voz, cuya necesidad tengo de contar a gritos: “(…) Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje”. Clarice Lispector.
¿Cuáles son los nombres y/o obras de los escritores colombianos que lo han influenciado tanto en la lectura como en el oficio de escritor?
Mi primera aproximación a la poesía fue a través de Rafael Pombo y se quedó conmigo para llegar a mis hijos. Y luego fue el Nocturno III de José Asunción Silva, La María de Jorge Isaacs “La mansión de Araucaíma” e “Ilona llega con la lluvia” de Alvaro Mutis. Me parece estar viendo a mi maestra de literatura del colegio (sonrío).
No me salvé de la influencia del realismo mágico, ni de José Manuel Arango cuando dijo: “nos desnudamos, nos anudamos/cerramos los ojos/para negarnos/y en el límite/entre su piel y la noche/puse mi mano”.
Adoro profundamente a Gabriel García Márquez y su mundo como escritor. Soy inmensamente afortunada de escuchar historias preciosas mientras tomo café o vino con José Vicente Kataraín, mi editor; y entonces conozco las hazañas, los obstáculos de primera mano. Eso me llena el alma. No sé cuántas veces he leído “El amor en los tiempos del cólera”. Será mi obra favorita de todos los tiempos.
Me gustan mucho los poemas “Ruego a Nzamé” y “En la luna” de Jaime Jaramillo Escobar; “Cavafis”y “Combate” de Juan Gustavo Cobo Borda y la narrativa de Piedad Bonnett, “Lo que no tiene nombre”, por ejemplo.
¿Qué significa para usted el realismo mágico?
Más que un género literario, es la capacidad que tiene la realidad de superar a la ficción.
Colombia es un país lleno de realismo mágico, no porque uno de sus mayores exponentes haya nacido allí, sino porque en nuestro ADN existe una fusión natural de la ficción y la realidad para hacerla ver cotidiana.
El realismo mágico lo he visto salir de las historias de los trabajadores de las fincas cafeteras del Quindío, a las cinco de la tarde, cuando se sentaban a tomar chocolate y contaban relatos de perros, sombras y mujeres; de las anécdotas que mi abuela me repetía una y otra vez, como cuando se escapó con su hija de cinco años de los indeseados pretendientes en los conventos y El Santísimo le iluminó el camino, o cuando su primer marido fue dado por muerto en el Bogotazo, con prueba de cédula de ciudadanía, y apareció 45 años pidiendo perdón con toda la historia encima.
¿Qué ha aprendido durante este tiempo dedicado a la literatura?
He tenido dos aprendizajes importantes:
El primero ha sido encontrar mi voz, aceptar mi humanidad y abandonar cualquier otra pretensión distinta a escribir, con todas sus consecuencias. Y el segundo, admitir abiertamente que cada día disfruto más estas palabras de Jorge Luis Borges “(…) Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”. Y aún me falta tanto por leer.
¿Cuál es su mensaje como escritora colombiana?
Como escritora colombiana no puedo ser ajena al momento histórico que vive mi país. Por lo tanto mi mensaje es, inevitablemente, de paz, compasión y concordia. Una paz sufrida, controversial y dolorosa, pero paz.
¿Por qué considera que es valioso participar en la FILCOL de Miami?
El escritor, a diferencia del músico o el actor que conviven con el aplauso, tiene al silencio como único compañero. Encuentros como la FILCOL de Miami nos dan la posibilidad de vernos las caras con nuestros lectores, interrelacionar con ellos y con otros escritores. Nos dan la bienvenida posibilidad de apartarnos, aunque sea por unas horas, de nuestra casi eterna compañera, la soledad.
Fermina Ponce – Bogotá, Colombia (1972). Comunicadora Social, periodista y, especialista en Gerencia de la Comunicación Organizacional de la Universidad de La Sabana, Bogotá, Colombia. Su primer libro de poesía “Al Desnudo”, fue publicado por la casa editorial Oveja Negra®, y presentado en Feria Internacional de Libro de Bogotá, (FilBo 2016), posteriormente en la Universidad de Guanajuato, México, en el Instituto Cervantes de Chicago y durante el Segundo Encuentro de Autores de Chicago.
“Mar de (L)una”, su segundo poemario publicado por la misma casa editorial, acaba de ser presentado en la FilBo 2017, prologado por el crítico literario, escritor, periodista y poeta colombiano Juan Gustavo Cobo Borda.
Mar de (L)una. Editorial Oveja Negra – 66 páginas. Esta obra está inspirada en el Mar de la tranquilidad, porque allí se encuentran las tormentas, la noche y la luz. La luna, esa cualquiera que es manoseada por todos, exaltada por tantos y adorada por los demás, me ha fascinado desde siempre; así que quise abordar temas que nos atañen todos los días, que nos envuelven y nos pertenecen, porque los hemos creado, y porque somos víctimas o victimarios. Mar de (L)una abarca tres temas: la tormenta, la cual hace alusión a la violencia, no sólo la de género, la física, sino la violencia social, histórica y la interna, esa que llevamos a diario; la noche, esa muerte física, espiritual y/o emocional que nos puede mostrar el fin o el principio, todo depende de nuestra postura; y por último la luz, ese llamado a la libertad, a encontrar la voz, las alas, la comodidad de nuestra propia piel.
Le contactan en Twitter e Instragram como @ferminaponce y en Facebook @ferminaponcepoeta.